Aquest article circula per la xarxa atribuit a Ángeles Caso, però en realitat és del periodista Gonzalo Suarez. Publicat a El Mundo el 22 d'Abril de 2012. Es de suposar que la situació actual encara serà pitjor...
El reprodueixo per el seu evident interés humà, i perque també vagi quedant constància del veritable autor.
Posa els pèls de punta, aviso.
HOY COMEMOS LOS 6 EN IKEA POR 5 EUROS
Gonzalo Suárez
Perritos a 50 céntimos, albóndigas a un euro... Personas en apuros
recurren a las ofertas de Ikea para comer caliente. Un cliente: «Quien
pasa hambre es porque quiere»
La mujer se plantó ante el mostrador de Puri, en la cafetería del Ikea
de Murcia, al caer la tarde. En una mano llevaba un billete de cinco
euros; en la otra, un repóquer de niños hambrientos. Pidió cinco menús
infantiles: pasta, yogur y zumo a un euro por cabeza.
- Cocinera, ¡échanos más macarrones, que tenemos hambre!-, aullaban los chavales.
- Hágales caso. Ellos tienen hambre... y yo no tengo más dinero-, terció la mujer.
La cocinera se conmovió ante la escena. Así que, disimuladamente, sirvió
un cacito extra a cada niño. «Eso sí, la madre se quedó sin cenar»,
recuerda.
La cafetería de Puri, como la de las 18 tiendas de Ikea en España, lleva
meses a reventar. Y no sólo de clientes que toman un tentempié mientras
amueblan la casa. También hay personas en apuros económicos que
combaten el hambre con las ofertas de la empresa sueca. «Desde que
empezó la crisis, esto es el no parar», resopla la cocinera.
En Ikea se puede comer todo un día por sólo tres euros. De desayuno,
café y un bollo: 50 céntimos. De comida, un menú infantil: un euro. De
merienda, un perrito caliente: medio euro. Y, de cena, diez albóndigas
con puré de patatas y salsa de arándanos: otro euro. Más barato que
cocinar en casa.
De ahí que hayan surgido auténticos expertos en exprimir estas ofertas.
Como Israel, de 36 años, y Cecilia, de 28, que visitan dos veces a la
semana el Ikea de Alcorcón (Madrid), a los que hoy se ha unido la madre
de ella, María Luisa. Por sólo 5,80 euros, cenan los tres: dos raciones
de albóndigas, tortitas con nata, más pan, café y refresco.
El trío explota todas las rendijas del sistema. El café les sale gratis
porque tienen la tarjeta Ikea. El refresco es rellenable, así que
comparten un vaso entre todos. Y los días que no hay oferta de
albóndigas, se contentan con el menú infantil. «Con eso cenas... Aquí
quien pasa hambre es porque quiere».
Así, algunos han convertido Ikea en una especie de comedor social. En el
Ikea de Jerez, tres matrimonios con hijos cenan allí casi todos los
días. Piden albóndigas más un refresco para compartir. Los días
especiales, añaden un cucurucho de helado para los niños. La familia
duerme con el estómago lleno por cuatro o cinco euros.
«Ni McDonald´s puede competir con esto», coinciden Silvia y Rubén, dos
inmigrantes mexicanos que cenan albóndigas y refresco de cola en el Ikea
de Hospitalet. «Es bueno. Es barato. Y el lugar es cómodo».
Cuando fundó Ikea, Ingvar Kamprad solía decir: «Un estómago vacío no
compra muebles».
Ahora, la crisis ha falseado esta sentencia. Cada vez más clientes
utilizan el atajo semioculto que permite saltarse el laberinto de
muebles y plantarse directamente en la cafetería. «Muchos sólo vienen a
comer», confirman los sindicatos.
En Ikea no facilitan estadísticas sobre este fenómeno. En cambio, sí que
confirman que han modificado su política de precios por la crisis.
«Este año hemos reducido los precios de nuestros productos de
alimentación más vendidos para que todo el mundo pueda comer comida de
calidad a buenos recios», dice Kevin Johnson, director del área de
restauración de Ikea.
Seis millones de perritos, 16 millones de albóndigas...
Las cifras de ventas son colosales. En total, sus cafeterías facturaron
55,67 millones de euros el año pasado, un 23% más que en 2009. Y eso que
han recortado sus precios, lo que significa que el volumen de comida
que han servido crece todavía más.
En Alcorcón, nada hace intuir esta tendencia. La clientela parece la de
siempre: jóvenes que montan su primer hogar, familias cargadas de
muebles... Pero, entre el gentío, se detecta a los que sólo han venido a
comer. El jubilado que rellena el café tres o cuatro veces. El
cuarentón que recicla un vaso de la basura para tomar un refresco
gratis. Los clientes que remolonean hasta las 17:00, cuando entra en
vigor la oferta de las albóndigas a un euro.
En el Ikea de Badalona, por ejemplo, un hombre demacrado almorzaba todos
los días dos perritos calientes y varios vasos de refresco.
-Señor, que esto no es sano-, le decía la responsable del tenderete.
-Ya, hija, pero no puedo permitirme otra cosa.
Hace semanas que el cliente no aparece a su cita diaria. «Estoy
preocupada», admite la camarera.
De vuelta a Murcia, Puri recuerda a la pareja que pidió cuatro raciones
de albóndigas: dos para comer en el momento, otras dos para un tupper.. O
el matrimonio de ancianos que, avergonzados, le pidieron comida gratis.
«Saqué dinero de la taquilla, me puse a la cola y les invité a
cenar...», recuerda.
«A veces, este trabajo te parte el alma».
Recordeu que aquesta setmana el divendres i dissabte es realitza el GRAN RECAPTE del Banc dels Aliments. Recollida de llegums seques, llet, oli i llaunes de peix en conserva.